Notas librescas #1: Aprendiendo a decir adiós
Atravesar un duelo nunca es fácil, pero Bei Lynn nos regala una historia que se siente como un curita al corazón
El trazo parece como si fuera un bosquejo. El gris del lápiz atraviesa la página en blanco y nos presenta a una chica y a su perrito Bibi. Aprendiendo a decir adiós, de la autora taiwanesa Bei Lynn, nos cuenta, a través de seis partes, cómo Bibi, en una noche de tifón, huyó de su hogar y su persona tuvo que aprender a vivir sin él.
Yo sé, presentar el libro de esa manera lo hace sonar como el libro más triste del mundo… y puede que lo sea, pero también hay mucho en él que lo hace increíblemente hermoso.
Profundicemos en la historia
(Aquí va santo y seña de la historia; así que, léase bajo su propio riesgo.)
En una noche de tifón, Bibi escapa de su hogar. Su cuidadora, una chica, lo busca por todos lados, pero no lo encuentra. Entonces, solo desea que esté bien al mismo tiempo que lo recuerda con las cosas que le quedan de él. Por su parte, Bibi está viviendo su vida al máximo. Corre, salta, huele, espera comida, hace amigos. Hasta que un día, esa voz había olvidado regresa por él. ¡Se reencuentra con su cuidadora!
Bibi está feliz de regresar a casa. Sin embargo, poco a poco tanto él como su cuidadora se dan cuenta que nada es igual. Pasaron dos años desde que se fue y las cosas cambiaron de lugar debido a su ausencia; por ejemplo, esa correa que siempre estaba en la entrada, desaparece o los juguetes que estaban regados por el piso, ahora están en un cajón. También Bibi envejece, entonces su rutina tiene ligeros cambios: duerme más tiempo; come menos; no camina tanto, pero igual se cansa un montón.
Un día Bibi se va de manera definitiva y su cuidadora se da cuenta de que su perrito había regresado para despedirse de ella y que ese tiempo sin él fue una especie de práctica de lo que le esperaba.
¿Por qué es un libro tan bonito?
Para mí la belleza de Aprendiendo a decir adiós radica en dos aspectos clave: la sutileza de la imagen y el uso de la memoria. Con respecto al primer punto, el estilo de Bei Lynn es como un boceto a lápiz que, a mi parecer, le da un tono nostálgico a la historia. Además, siento que hace que nada sea demasiado rígido o específico, lo que creo nos permite decir “esta puede ser mi historia”. Los rostros son borrosos y las calles no tienen señas particulares que anclen la historia en un espacio o tiempo determinado.
Algo que considero muy importante es el cambio de color en la segunda parte. Aunque el trazo es el mismo, el color verde nos marca una nueva perspectiva. Ahora seguimos a Bibi en su universo. Todo esto es una suposición de lo que pudo haber hecho durante su escape porque, aquí entra mi segundo punto clave, todo es una autoficción de la autora.
Resulta que Bei Lynn tuvo a un perrito llamado Bibi que, al igual que el Bibi del libro, un día de mucho viento escapó de su casa. Tiempo después regresó y estuvo con ella hasta que fue momento de partir para siempre.
Todo lo que leemos parte de un recuerdo de la autora. Ella lo transforma, imagina sobre él, pero es parte de su memoria. Además, a lo largo del libro vemos y leemos referencias a los recuerdos. Por ejemplo, en las escenas de la casa vemos el espacio de la cuidadora de Bibi en donde hay pósters, discos, libretas, lápices que conforman su archivo personal. En la primera parte hay una ilustración donde ella se pregunta si Bibi se acuerda de ella y es muy significativa para mí porque al final de la historia se nos revela que ella siempre recuerda a Bibi después de su partida definitiva.
Los textos, brevísimos, complementan de maravilla la imagen y nos permiten conectar con Bibi y su cuidadora.
¿Es un cómic?
No. Al menos no para mí y aquí nos vamos a poner un poquito teóricas.
Uno de los puntos claves del cómic es la secuencia que tienen las imágenes que lo conforman. Will Eisner habla del cómic como una forma de arte secuencial1 y Scott McCloud complementa esa definición como “ilustraciones yuxtapuestas y otras imágenes en secuencia deliberada, con el propósito de transmitir información y obtener una respuesta estética del lector”.2 Ustedes me dirán, bueno hay ilustraciones y tienen un secuencia lineal. Sí, pero (y creo es un gran pero) la secuencia no la vemos en una sola página a través de viñetas. Además de que los textos no pertenecen a la historia (solo en un brevísimo momento al final donde hay un para de diálogos), son más bien parte de la narradora.
Yo propongo leer Aprendiendo a decir adiós como un álbum. Para Sophie Van der Linden un álbum “es un soporte sobre el que se inscriben las imágenes y texto”3 y tiene como base una doble página blanca. Me parece que en Aprendiendo a decir adiós la doble página en blanco es importantísima porque le permite a Bei Lynn jugar con las imágenes a sus anchas. Y, de hecho, es a través de la secuencia que vemos en cada doble página que tenemos una historia.
Aprendiendo a decir adiós es un libro bellísimo de principio a fin. Es una lectura apta para cualquier edad y con seguridad puedo decir que a muches les sacará más de una lágrima. En México está disponible gracias a la traducción de Ediciones Castillo.
Gracias por leer hasta aquí. Cuéntame si ya leíste el libro o si con todo lo que te conté te animarás a leerlo.
Nos leemos pronto, mientras recuerda que me encuentras en Instagram, TikTok o Goodreads.
m
Eisner, Will. La narración gráfica. Principios y técnicas del legendario dibujante Will Eisner. España: Norma Editorial, 2017.
McCloud, Scott. Entender el cómic. El arte invisible. España: Astiberri, 2016.
Van der Linden, Sophie. álbum[es]. Ediciones Ekaré, Variopinta ediciones y Banco del libro, 2015.
Lo guardo para leerlo cuando lea el libro!
Un libro hermoso, gracias por la recomendación, lo amamos ❤️